No son pocos los peregrinos que al llegar a Santiago buscan un lugar en el comer o dormir un rato, donde compartir sus experiencias con otros compañeros, donde reflexionar o meditar sobre la experiencia apenas completada… Esos peregrinos deben saber que Santiago está lleno de parques y jardines históricos, el primero de los cuales es la Alameda: el parque más antiguo y emblemático de la ciudad.
La historia de La Alameda comienza nada menos que 1546, cuando el Conde de Altamira realizó una donación al municipio para “plantar de árboles y arboledas”. A partir de ese momento se fueron configurando los espacios de arboledas pensados para el recreo y esparcimiento, plantándose masas de árboles visibles en algunos planos antiguos de la ciudad, siendo los planos de López Freire de 1786 los que muestran por primera vez claramente su organización.
El espacio del parque actual, resultado de los proyectos y reformas sucesivos, consta de 85.000m divididos en tres zonas principales: la carballeira (robledal) de Santa Susana y los paseos y jardines de la Alameda y la Herradura.
La parte más antigua del parque es la zona conocida como Alameda, jardines que en el pasado se conocían como “Campo da Estrela”. Esta área posee una distribución en tres salones o espacios, división que hasta el siglo XIX estaba concebida para separar a las diferentes clases sociales. Este espacio fue cambiando a lo largo del siglo XX, adaptándose a las nuevas posibilidades que ofrecía la jardinería, instalándose en él un quiosco de la música en el que todavía hoy tienen lugar frecuentes conciertos de la banda municipal. De este espacio destacamos para el visitante su paseo central, en el que podrá disfrutar viejos ejemplares de camelias, tilos y plátanos y en el que, desde el siglo XIX, se disponen hermosos bancos y asientos de piedra y hierro forjado. En esta primera parte del parque, casi a la entrada, se dispone la célebre escultura de «Las Marías», uno de los hitos más fotografiados de la ciudad.
La carballeira de Santa Susana mantiene el mismo aspecto desde el siglo XVIII, cuando ya era un robledal con algunos árboles centenarios. A lo largo del siglo XIX y gran parte del XX acogió la feria de ganado de Santiago, siendo el “campo de la feria” de la ciudad, pero desde 1971 su función es solo recreativa si bien durante las principales fiestas locales –la Ascensión y el Apóstol- recupera en parte su función de campo de fiesta. Debe su nombre de Santa Susana a la iglesia medieval que se alza en medio de los árboles, una de las iglesias consagradas por Diego Gelmírez en 1102 que todavía conserva una portada y algunos otros elementos decorativos de su fábrica original.
Además de la iglesia citada existen otros edificios integrados en el parque, entre ellos la iglesia del Pilar y una interesante arquitectura modernista: la escuela infantil de Santa Susana, cuyo origen está en un Pabellón construido para la Exposición Regional Gallega de 1909.
El paseo de la Herradura se dispone como un cinturón rodeando la caballeira de Santa Susana, conformando un paseo oval o con forma de herradura que se puede dividir en diversos tramos: el norte conocido como de los Leones; el más interno o cercano al robledal, llamado Paseo de Bóveda; y el más externo que confina con el Campus Universitario, conocido como paseo de las Letras Gallegas.
El más famoso tramo de la Herradura es el conocido como “de los Leones”, un largo paseo que discurre entre dos filas de viejos robles en paralelo a la rúa do Pombal desde el que se puede disfrutar de hermosas vistas sobre la catedral y zona monumental, para lo que cuenta con bancos y miradores; a lo largo del paseo se han dispuesto también recientemente esculturas en bronce del escritor Ramón María del Valle Inclán y del artista Isaac Díaz Pardo.
También el tramo más externo –desde el que se puede acceder al campus Universitario a través de una magnífica escalinata de piedra- posee un gran interés, pues concentra especímenes de una gran variedad y riqueza botánica, entre los que destacan algunas magnolias y palmeras de gran antigüedad y tamaño, así como ejemplos de especies muy infrecuentes como el abeto de Normandía o el Eucaliptus globulus. En este espacio se dispone otra escultura, una gran escultura-monumento de piedra del siglo XIX dedicada a la escritura gallega Rosalía de Castro y, muy recientemente, una escultura de bronce de Federico García Lorca.