El Colegio de Santiago Alfeo -Colexio o Pazo de Fonseca en gallego-, es parte esencial de los orígenes de la Universidad de Santiago. Fue fundado en torno a 1526 por el Arzobispo Alonso III de Fonseca como colegio universitario para que allí pudiesen estudiar y aprender los compostelanos y residentes del arzobispado de Santiago. El edificio construido para albergar a dicha institución fue erigido en las cercanías del Colegio de San Xerome, en la rúa do Franco, hacia la que se abre todavía hoy su fachada y portada principales.
Alonso III de Fonseca obtuvo la autorización papal para su fundación en 1526, siendo ya arzobispo de Toledo, y procedió entonces a encargar los primeros planos para el edificio al arquitecto Juan de Álava, quien por entonces trabajaba en la construcción del claustro de la catedral. El proyecto final fue revisado por otro gran arquitecto de su tiempo: Alfonso de Covarrubias. Las obras comenzaron en torno a 1532 y no finalizarían hasta mediados del siglo XVI.
El resultado fue la hermosa arquitectura que, en gran parte, todavía puede visitarse hoy día: un edificio de planta cuadrangular con un gran patio central en torno al que se ordenan las diferentes dependencias de la institución. El modelo arquitectónico señalado con frecuencia para este edificio es el Colegio de Santa Cruz de Valladolid, construido a finales del siglo XV por Enrique Egas y Lorenzo Vázquez de Segovia, una obra famosa en la arquitectura española por haber introducido muchos elementos del arte Renacentista.
Desde el punto de vista artístico, los ambientes de mayor riqueza e importancia son el citado patio o claustro y la portada principal, portada esculpida con un rico programa iconográfico.
El claustro o patio del Colegio es un espacio arquitectónico de gran harmonía y equilibrio, con planta cuadrangular y dos cuerpos de altura, organizados horizontalmente en 24 espacios. En el primer cuerpo se trata de arcos escarzanos apoyados sobre altas pilastras; mientras que el superior se organiza a modo de galería, con arcos carpaneles y una rica balaustrada inferior. Pero sobre todo, sobresale el remate del segundo cuerpo, un hermoso remate o cornisa labrada casi como una filigrana o pieza de orfebrería, en el mejor estilo del plateresco español.
La arquitectura del claustro se completa con un importante ciclo iconográfico compuesto por numerosos medallones con relieves figurados que poseen un papel no sólo ornamental, sino que proporciona también un mensaje, un contenido que se desea transmitir al visitante. En este caso, la mayor parte de las figuras retratadas pertenecen a la monarquía o a los arzobispos compostelanos, enviando un mensaje relativo a la jerarquía y linaje de quienes hicieron posible la institución.
La portada principal tiene una estructura organizada en dos cuerpos de altura a través de pilastras dispuestas sobre grandes pedestales cajeados. El cuerpo inferior se organiza con una estructura similar a la de un arco triunfal, con un gran nicho central que da acceso al interior y, en los laterales, ocupando los nichos entre las columnas, esculturas del patrón Santiago Alfeo y la Virgen de los Placeres, devoción personar del fundador vinculada además a la sabiduría. El segundo cuerpo consta de un espacio central en el que se abre un ventanal y, a sus lados, entre las pilastras, completan el programa iconográfico las esculturas de san Pedro y san Pablo, patrones de la mayor parte de los colegios universitarios de la época, y santa Catalina y san Ildefonso, vinculados a la familia Fonseca; en el gran zócalo de este cuerpo se sitúan además otros santos y padres de la Iglesia ligados al saber y la escritura.
Así pues, podríamos decir que la portada del Colegio fue concebida para ensalzar el carácter de “Templo de Sabiduría” de la Universidad y, a la vez, homenajear a la familia de su fundador Alonso de Fonseca.