La más famosa e imprescindible de las tradiciones es la que lleva al peregrino al altar mayor de la catedral: a dar el abrazo al Santo, en su parte alta, y a visitar su tumba en la cripta. El abrazo o “aperta”, que dicen los gallegos, se le da a la escultura de Santiago que preside el Altar Mayor, una talla de piedra de origen medieval, ornamentada y revestida en el Barroco. La visita a la cripta es un ritual más moderno, de finales del siglo XIX, pues hasta esa fecha la tumba se mantuvo inaccesible, incluso perdida, durante siglos; desde 1885 una bula papal permitió y promovió su visita para venerar las reliquias de Santiago y sus discípulos que según la tradición acoge.
Junto a la visita del altar mayor, el ritual más importante de la catedral y más querido por los peregrinos –religiosos o no- es la conocida como “Misa del Peregrino”. Se trata de una misa que tiene lugar a mediodía, oficiada especialmente para los peregrinos. A lo largo de la misa, los sacerdotes que la ofician hacen participar a los peregrinos al nombrar sus países de proveniencia, además, los peregrinos que lo desean pueden participar en las lecturas. Durante los últimos años al final de la ceremonia puede verse volar al célebre “botafumeiro” de la catedral. El enorme incensario tuvo durante siglos una función litúrgica pero también purificadora del ambiente, hoy día conserva su función ritual y se ha convertido casi en un espectáculo, pues con su gran peso y proporciones es realmente extraordinario verlo volar hasta gran altura a través de la nave del crucero de la iglesia.
Uno de los ritos más antiguos que perviven en la catedral es el ligado a la celebración de Años Santos y el hecho de que durante esos años sea posible acceder a la catedral por una puerta especial: la Puerta Santa. Aunque esta puerta se construyó durante el barroco, es muy posible que el ritual sea más antiguo, quizás tanto como la celebración de los Años Santos en al catedral, que muchos investigadores fechan a finales del siglo XV.
Otra tradición de origen medieval que de algún modo sigue vigente es la de la visita a las cubiertas de la catedral. En el pasado los peregrinos ascendían a estas cubiertas de piedra para quemar allí las ropas a los pies de la cruz conocida como “dos Farrapos” (de los harapos). Hoy día la quema de las ropas no es posible, pero sí la visita a las cubiertas, visita guiada en varios idiomas que no deja indiferente a ningún peregrino.
Finalmente, no podemos dejar de recomendar a los peregrinos la visita de la capilla de la Corticela, tradicionalmente parroquia de extranjeros que vivían o llegaban a Compostela. Por esta razón en esa capilla se oficiaron durante siglos las conversiones y matrimonios de peregrinos llegados a la ciudad, tradición en parte recuperada hoy día, pues en los últimos años el número de matrimonios entre peregrinos que deciden casarse en ella no deja de crecer. Quien la visite puede, además, dejar una petición o deseo escrito a los pies de la imagen pétrea de Cristo en el Monte de los Olivos que acoge en un altar lateral.