Como es el caso de muchos estadounidenses, Shari tuvo noticia del Camino a través de la película «The Way». Cuando la vio, se preguntó si sería un lugar real y decidió investigar un poco, quería saber si el Camino de Santiago era real o solo una invención de Hollywood. Tan pronto como descubrió que era real, supo que tendría que aprender todo lo que pudiera para ir porque debía ir allí. Tenía muchos límites, no hablaba español, nunca había estado en Europa y no tenía ninguna experiencia en viajes internacionales. Pero desde el principio supo que tenía que hacer el Camino, sentía como si tuviese un cordón umbilical conectado a alguien o algo que tiraba de ese cordón, tiraba con tanta fuerza que no podía no escuchar esa llamada.
Era 2013 cuando decidió que esto era algo que debía hacer. Ella se considera una alcohólica en recuperación que no ha bebido en 25 años y prefirió discutir su idea con su marido, él no estaba interesado en ir pero la apoyó y la animó a ir. Finalmente, después de un largo entrenamiento, comenzó su primer Camino en septiembre de 2014: comenzó en Saint Jean Pied de Port y caminó durante 6 semanas hasta Santiago.
Recuerda que estaba muy nerviosa y muy emocionada, realmente le parecía un desafío. Había conocido a otros 2 peregrinos en Nueva Inglaterra antes de partir y se cruzó con ellos durante los primeros días, pronto se separaron y Shari caminó sola la mayor parte del tiempo. A pesar de haber entrenado durante meses, después de 9 días en el Camino tuvo un problema de ampollas que le impidió caminar durante 3 días. Para entonces ya había conocido algunos peregrinos que se habían convertido en su familia del Camino y quería seguir con ellos, por eso cogió un taxi durante esos 3 días para llegar al mismo final de etapa cada noche. Shari había escuchado que en su Camino de 6 semanas, las 2 primeras serían las más centradas en lo físico, las 2 siguientes en lo mental y las 2 últimas serían las más centradas en lo espiritual. Era cierto, lo estaba descubriendo en tanto que en esas primeras semanas su dolor era completamente físico.
Pero fue cuando llegó a la Meseta, cuando Shari comenzó a comprender por qué el impulso para ir al Camino había sido tan fuerte. Caminando recordó muchas cosas a las que había sobrevivido de niña, el abuso sexual por parte de su padre (muerto 2 años antes de su Camino), sus problemas con las drogas y el alcohol desde los 13 años. Sintió el dolor causado por la negación de sus hermanos y hermanas de para que visitase a su padre antes de su muerte. Ella lo había perdonado años antes y su única intención era la de amarlo y tocarlo antes de su muerte, pero no fue posible. Tampoco querían que asistiese a su funeral y pidieron al director de la funeraria que la mantuviese alejada, pero para su consternación no lo hizo y Shari estuvo presente en su funeral, aunque ninguno de sus hermanos le habló y estuvieron muy agitados por su presencia.
El día que ella llegó a Astorga, tras caminar 32 kilómetros, sintió un gran descanso y supo que no podía seguir adelante con ese resentimiento y enojo hacia sus hermanos y hermanas, que la estaba destruyendo en su interior. Sabía que tenía que perdonarlos por el modo en que la trataban y comprendió que no había modo de que pudieran creer en la verdad de su pasado. Comenzó a perdonarlos, sabía que debía perdonarlos en muchos niveles: por no creer en ella, por no apoyarla, por abandonarla cuando más los necesitaba. A partir de ese momento, su corazón comenzó a ablandarse y sintió compasión por ellos y por lo que habían pasado. En las 48 horas posteriores a esta experiencia ella cree que Dios tocó a su familia y las cosas comenzaron a moverse en su casa para dar lugar a una reunión familiar. Shari estaba todavía en España, pero su madre y su hermano se habían puesto en contacto con su esposo para iniciar la reconciliación de la familia. Shari estaba asombrada y se dio cuenta de que tenía que estar dispuesta y abrir su corazón. Cree que Dios hizo el resto. Su madre había estado triste durante años a causa de la división entre sus hijos, ahora tenía lágrimas de alegría al ver a sus 4 hijos unidos nuevamente.
A su regreso a Estados Unidos, se sintió agradecida por la experiencia, pero dijo: «Nunca volveré a hacer eso, fue demasiado difícil para mis pies, sentí dolor todos los días». Aproximadamente un mes después, se encontró con una mujer que vive en New Hampshire, a quien había conocido en el Camino y con quien había caminado las últimas 4 semanas. Se habían convertido en amigas íntimas y estaban encantadas de saber que vivían a unas 3 horas y podían encontrarse a medio camino para caminar juntas. Hicieron una caminata de 7 millas y pasaron ante un montón de hojas muertas, en el patio delantero de alguien, y para su asombro cuando miraron hacia ese montón de hojas vieron que habían colocado dos conchas de vieira sobre el montón. Las dos se miraron con incredulidad y entonces Shari dijo: «¡Oh, Dios mío, vamos a volver!»
Shari regresó en abril de 2016 al Camino Francés, pero su amiga no la acompañó. Había oído que era un año jubilar extraordinario anunciado por el Papa como Año de la Misericordia. Ella sabía que no había terminado con su curación. Esta vez no se trataba de su familia, sino de su propio ser y su incapacidad para perdonarse por su propio pasado. Al hablar con un amigo religioso, comprendió que era un deber para ella, debía pedirle perdón a Dios, pero también debía poder perdonarse por lo que ella creía que era imperdonable.
Para este Camino ella tenía un objetivo ya antes de salir de casa. En sus días de uso de drogas y alcohol y de locura, cuando era casi una niña, había tomado algunas decisiones muy malas y se había quedado embarazada, no solo una, sino dos veces, y en ambas ocasiones había decidido abortar a las 6 semanas de embarazo. Después de tantos años tratando de superar esto, todavía sentía arrepentimiento, arrepentimiento y odio por haber hecho un acto tan horrible. Necesitaba curar esa herida para poder avanzar en una luz positiva y sentirse liberada de su pasado. Caminó sola casi todos los días, meditando tranquila, buscando una respuesta sobre quién podría otorgarle el perdón. No hubo respuestas durante días y luego, como si se encendiera una bombilla, recordó la experiencia más asombrosa de su primer Camino en la bendición de Peregrinos en Carrión de los Condes. Pensó que trataría de encontrar a ese sacerdote, confesarse con él y pedirle perdón. Sintió ya entonces que la invadía una calma, ya que sabía que todo iba a ir bien.
Estando en Boadilla, paró para almorzar y estaba comiendo sola cuando, de repente, la mesa se llenó con otros 8 peregrinos o más que conversaban, bebían y pasaban un gran rato. Shari se sintió un poco invadida ya que apreciaba su tiempo a solas, pero comenzó a conversar con la mujer que estaba a su lado, era de Colorado y comenzaron a hablar sobre el motivo por el cual caminaban, entonces la mujer comentó que el Papa había escrito una carta sobre este año de Jubileo comentando que se dirigía especialmente a las personas encarceladas y las mujeres que habían abortado. Inmediatamente Shari comenzó a sollozar ya que no tenía ni idea de esa carta, solo sabía que tenía que estar aquí durante este año para caminar y atravesar la Puerta Santa de Santiago después de sentirse perdonada por Dios.
Cuando llegó a Carrión de los Condes, supo que debía ir a la misa de peregrinos y buscar al sacerdote que había visto 18 meses antes y que hablaba inglés. Sintió que necesitaba confesarse, aunque no había practicado el catolicismo durante más de 40 años, sabía que debía hacer esto. Después de la misa, supo el sacerdote que celebró aquella misa no hablaba inglés, aunque sí la monja que estaba con él, y esta monja le dijo que la llevaría a ver al otro sacerdote que sí hablaba inglés. Pero al llegar a su casa descubrieron que él no estaba en casa y tuvo que irse decepcionada. Shari regresó al albergue y se desvistió para acostarse, se metió debajo de las mantas cuando la monja entró corriendo a la habitación, «ha vuelto, ha vuelto», así que se levantó, se vistió y bajó a esperar a este sacerdote que hablaba inglés, para llegar a la entrada del albergue, donde se habían reunido muchos otros peregrinos.
Cuando llegó, se dirigieron a un lado de la sala para hablar, Shari estaba desconcertada y un poco sorprendida de que hablaran de algo tan privado y doloroso delante o cerca de todas estas otras personas. Quienes estaban a una distancia que les permitiría oír. Su deseo de liberarse de ese dolor y remordimiento era más fuerte que el temor de que esas personas sintieran lo que estaban hablando. Le contó al sacerdote su historia, compartió su dolor, su pesar, sus temores. Él era el sacerdote más compasivo que había conocido y no parecía sorprendido por lo que compartía. Él le dijo con mucha calma y tranquilidad lo que ella tenía que hacer para avanzar hacia esa liberación con amor: primero debía dar un nombre a esos bebés, uno de niño y uno de niña, luego encontrar 2 piedras que les representasen y dejarlas en la Cruz de Ferro. También le dijo que cuando pensase en ellos, lo hiciese con amor porque serían felices y estarían en paz y la habrían perdonado por lo que hizo. Ya no tenía que pensar en ellos con arrepentimiento. Entonces ella podría atravesar la Puerta Santa en Santiago y, una vez que llegase a casa, podría ayudar a las personas sin hogar y huérfanos. Shari le dijo que ya lo hacía tenían un chico de Kenia viviendo con ellos, víctima de trata de personas, por lo que el sacerdote dijo que esa parte ya estaba hecha. Luego le pidió que se arrodillase, le puso las manos en la cabeza y la absolvió de su dolor. Por primera vez en años, ella sintió una sensación de libertad y alegría al pensar en sus dos hijos perdidos. Recogió sus piedras y las dejó en la Cruz en la colina conocida como Cruz de Ferro, allí dejó también la última de sus lágrimas por su doloroso pasado.
Shari es en parte nativa americana y su nombre nativo es “Rainbow Medicine”, cuando ve el arco iris en días soleados lo ve como un mensaje. Después de dejar sus piedras y continuar hacia El Acebo, se detuvo a tomar algo un café junto a la carretera, se sentó y miró al cielo, vio el arco iris junto al sol y le pidió a una amiga que le sacara una foto haciendo un triángulo con el sol, el arcoiris y ella misma. Más tarde, al mirar esa foto, notó un orbe azul vibrante que le pareció una fuerza energética del más allá, más tarde supo por un artículo que estos orbes azules fueron vistos sobre Arizona y en España y de alguna manera fueron capturados con su cámara. Los nativos lo llaman la Estrella Azul Kachina. Al mismo tiempo, en casa, una de las mejores amigas de su marido murió ese día y Shari sintió su presencia con mucha fuerza, pero no se enteró hasta más tarde de que había fallecido hasta esa noche.
Ella terminó dejando su Camino temprano para estar con su esposo y apoyarlo en ese difícil momento. Esta no fue una decisión fácil ya que aún no había atravesado la Puerta Santa, que era parte de lo que el sacerdote dijo que debía hacer. Y así comenzó el largo viaje a casa para estar a su lado. Ella estaba rota, ¿qué hacer? Todavía no había terminado, ¿tal vez podría ir a una basílica local para completar su viaje y atravesar su puerta sagrada? Simplemente no se sentía bien. Después de un corto tiempo decidió regresar a España por 17 días más en el otoño y completar su peregrinación. Dos de sus amigas querían unirse a ella y así hicieron, Caminaron por el Inglés hasta Santiago y continuarían hacia Fisterra y Muxia. A lo largo de este Camino, Shari vio un par de piedras que sintió que debía recoger y cargar, sin saber por qué, pero ella las recogió. Mientras caminaba por un pequeño bosque, encontró un altar improvisado con una cruz y una foto de María sosteniendo al bebé Jesús. Shari estalló en lágrimas y supo que allí debía dejar sus piedras. Dijo una oración y continuaron hasta Santiago, donde cruzó la Puerta Santa y recibió la comunión durante la misa de peregrino. Finalmente se sintió perdonada, finalmente se había perdonado a sí misma. Le sobrevino una paz y tranquilidad que no había sentido en muchos años. Ya no se sentía condenada por la eternidad.
Shari sigue recorriendo el Camino en España, ha caminado 5 veces, también el Norte en 2017 y el Primitivo en 2018. Ahora irá con su hijo de 40 años y su nieta de 11 años, en mayo de 2019, para que ellos también puedan experimentar la energía del Camino y llenar su cuerpo, mente y espíritu de todo lo que es bueno. Shari está conectada todavía por ese cordón umbilical al espíritu del Camino y regresará a menudo para alimentar su alma. La curación que se produce mientras camina en meditación puede curar todo lo que la aqueja, aunque la oscuridad que la retuvo en sus garras ha sido liberada, pero siempre hay algo sobre lo que puede meditar y que puede dejar atrás, para poder seguir caminando hacia la belleza y liberarse del pasado al que estuvo unida.