Paolo ha hecho 18 veces el Camino. El primero fue en 1995. Lo inició por varias razones: tenía motivos religiosos, sentía curiosidad y ese año había muerto su padre. Lo que aprendió de su primer Camino fue a ser humilde y estar a disposición de los otros.
Cree que ahora el mundo de los peregrinos ha cambiado mucho, que la mayoría hacen el Camino por motivos no religiosos, por hacer senderismo y que la mayoría desea probarse físicamente, ver su capacidad física. Pero lo que él aprendió del Camino fue algo muy diferente, fue que hay que ponerse a disposición de los peregrinos.
Por esa enseñanza que extrajo del Camino se hizo hospitalero. Desde hace 10 años, cada año va como hospitalero voluntario a Radicofani –en la Via Francigena, a un albergue de la Confraternita di San Jacopo de Perugia- es un trabajo que cansa, pero realizarlo es muy importante para él, le permite sentirse al servicio de los peregrinos. Como hospitalero se ocupa de los desayunos de los peregrinos, algo que exige que esté disponible desde las 5 de la madrugada.
Otro trabajo que realiza como hospitalero en Radicofani es la organización y participación directa en los rituales de acogida a los peregrinos, rituales históricos como el “lavado de los pies” que hacen cada día, cada tarde antes de la cena. Es un ritual que aparece en el Evangelio San Juan -capítulo 13- donde se recoge cómo el propio Cristo, en la vigilia de la Pascua, lo hizo con los Apóstoles. Ese ritual fue recuperado en la Eda Media por órdenes religiosas y agrupaciones laicas ligadas a la hospitalidad y acogida y tuvo una gran importancia en el Camino de Santiago, por eso aparece recogido en el Calixtino. La satisfacción que recibe en la práctica de ese ritual con los peregrinos es muy grande, algunos lloran emocionados y eso justifica su trabajo.
También realiza otro tipo de servicios dentro del mundo de la peregrinación, por ejemplo en Turín se encarga de repartir credenciales a los peregrinos y también entonces siente con frecuencia la emoción de los peregrinos que las solicitan, las credenciales o información sobre el Camino, le cuentan sus historias, sus deseos, lo que esperan del Camino… Y también ese trabajo es una satisfacción para él.
Su primer Camino fue el Francés desde León, después sintió la necesidad de hacer todas las rutas del Camino de Santiago, repitiendo algunas muchas veces. Le faltan todavía la Vía de la Plata y el Camino Primitivo. Su preferido es el Camino Norte, que hizo por primera vez en 1998, le encantó caminar en Asturias tan cerca del mar.
En general sigue pensando lo mismo que en su primera experiencia: que lo que ha aprendido del Camino es a estar al servicio de los peregrinos, de los otros en general. Su edad avanza, pero espera volver al Camino y, desde luego, a ciudad de Santiago, la ciudad es también importante para él, le conmueve siempre visitar al Apóstol y asistir a la misa del peregrino.