Recuerda la primera vez que escuchó hablar del Camino: fue en la televisión, Luc Arbogast cantó una canción que le gustó mucho, después lo entrevistaron y dijo que era una canción medieval del Camino de Santiago. Recuerda que poco después, en Navidad, vio una emisión en la televisión sobre Compostela y ya no lo dudó más: pensó que tenía que investigar e informarse sobre el Camino de Santiago.
Un año después, estando en Les Cévennes, encontró a dos peregrinos. Les preguntó sobre su experiencia y le dijeron: “hay que hacer el Camino para comprenderlo”. Era el año 2015 y en el mes de agosto hizo el Camino Francés desde Burgos a Ponferrada, pudiendo al año siguiente completar las etapas entre Ponferrada, Santiago-Finisterre. Ese segundo año, en 2016, sufría ya problemas respiratorios y tuvo que hacer el Camino con mochilas de oxígeno, al igual que este año, en que ha vuelto a recorrerlo con un carrito en el que lleva el oxígeno.
Sus problemas respiratorios no le impiden hacer una vida normal, él sigue haciendo deporte. Sale a caminar todos los fines de semana y practica bicicleta a diario, por eso en el Camino no sufre nada en sus articulaciones o músculos, pero sí la respiración y es terrible para él. Espera una operación, tal vez este año, pero no deja de hacer la vida que desea y ni teme ir al Camino.
Este año ha recorrido el Camino Portugués desde Porto y su experiencia ha sido diferente. Cuando recorrió el Camino Francés vivió su experiencia más como un retiro, estaba más cerrado en sí mismo, no quería hablar con nadie. Sin embargo, este año se sentía mucho más abierto y ha hablado con todas las personas que se ha ido encontrando, gente de todas partes, cada día comía con gente diferente. Realmente se ha divertido, le gustó mucho encontrar gente de todos los países y condiciones.
Es católico, viene de una familia católica, y cree que eso pesó en su decisión de hacer el Camino, cada año necesita un poco de tiempo para retirarse del mundo y aproximarse a la religión y eso es posible en el Camino. También este año, a pesar de su apertura a los otros en las comidas y los albergues, cuando caminaba lo hacía solo, saludaba a los demás pero mantenía un cierto recogimiento, necesitaba ese tiempo de soledad.
Ama el Camino porque para él es una experiencia espiritual, puede caminar en Bélgica pero la experiencia no tiene nada que ver, el Camino es una experiencia diferente, por eso cada año quiere volver, apenas regresa y llega a su casa ya piensa en volver.
Prefiere hacer el Camino solo. Una vez lo hizo en grupo y la experiencia no le gustó, es difícil, no puedes elegir tu ritmo, tu deseo. En cuanto a sus problemas de salud, él está dispuesto a sufrir si es necesario, hay gente que quiere una experiencia fácil, pero él acepta lo que sea necesario. Por ejemplo, cuando llegó a Ponte de Lima se encontró con que estaban en fiestas, la ciudad estaba llena, no había camas, vieron que tenía problemas de salud e intentaron encontrarle un sitio pero fue imposible. Él se limitó a cargar su oxígeno y durmió en el pórtico de una capilla, no se sintió mal, vio la puesta de sol y el amanecer delante de él, donde eligió dormir había manzanos, era hermoso. No protesta. Finalmente fue hermoso.
El resto de los días no tuvo problemas, pudo encontrar siempre lugares donde dormir sin haber reservado antes, eso sí, llega siempre temprano: si llegas temprano, dice, nunca hay problemas.
Su Camino todavía no ha terminado, hoy está en Santiago pero mañana continúa hasta Fisterra. Caminará 4 días más. Eso sí, la llegada a Santiago ha sido muy importante, al llegar llora mucho, llora emocionado. La llegada a Fisterra es diferente, es todo más relajado, respeta la tradición, se baña, nada, quema algo simbólico y ve la puesta de sol.
Su hijo pequeño tiene 11 años, lo ha traído a Santiago a visitar la catedral y quiere venir a caminar con él. Ese sería su sueño: caminar con sus hijos.