La importancia de las peregrinaciones por mar es incuestionable. Ingleses, irlandeses, flamencos, escandinavos y hanseáticos utilizaron rutas marítimas prácticamente desde el comienzo de las peregrinaciones. Algunos especialistas como Lacarra hablan del mar como la vía de peregrinación más antigua, portadora incluso de la noticia del descubrimiento de la tumba de Santiago al mundo Carolingio.
Constance Storrs ha documentado una importante expedición en el siglo XII, momento en el que los peregrinos ingleses desembarcaban preferiblemente en A Coruña o Padrón. Los miembros de la expedición partieron de Dartmouth con el objetivo de visitar San Salvador de Oviedo antes de Santiago, lo que les llevó a hacer varias escalas, entre ellas una en Ribadeo.
La mayor parte de las peregrinaciones por mar a Ribadeo se hicieron desde finales del siglo XIII, momento a partir del cual acuerdos políticos y guerras, como la de los Cien Años, hicieron difícil el paso a través de Gascuña, haciendo más seguro el viaje por mar.
El historiador alemán Ilja Mieck señaló a importancia de este medio pero también la escasez de datos que permitan comprender las dimensiones que llegó a alcanzar: “en el siglo XV viajaron por mar a A Coruña o a Ribadeo por lo menos 8.000 peregrinos; pero también pudieron ser 35.000 o más”. Lo que está claro es que, durante la Baja Edad Media, los continuos enfrentamientos entre Francia e Inglaterra hicieron más segura la peregrinación por mar que por tierra, no siendo extraña una noticia como la que nos proporciona el peregrino Willian Wey, quien en 1456 afirma haber encontrado había encontrado 84 barcos de todas las naciones del norte en el puerto de A Coruña. Aunque no existen noticias exactas sobre la parte del pastel que correspondería a Ribadeo y el Camino Norte, es fácil suponer que parte de los peregrinos que decidían desembarcarse en tierras gallegas lo hiciesen en éste puerto.
La travesía se desarrollaba en barcos corrientes que durante los siglos XVI y XVII combinaban siempre varias funciones, transportando, además de mercancías, tropas y peregrinos. El dueño de un barco buscaba siempre el mayor provecho posible y el trasporte de peregrinos era un negocio seguro, pues el patrón de una nave recibía por un pasajero la tercera parte de dinero que por una tonelada de mercancía. De este modo aparecieron los llamados “barcos charter”, que dieron lugar a grandes riadas de peregrinos.
La mayor densidad de tráfico coincide, naturalmente, con los Años Santos, siendo particularmente intenso en 1428, 1434, 1445, 1451 y 1455. El negocio de este transporte masivo de peregrinos estaba en manos de pequeños propietarios, si bien, en algunos casos estuvieron implicados también grandes comerciantes que debían obtener una licencia oficial para el transporte de una mercancía ten especial. Las licencias que han llegado hasta nosotros muestran como los propietarios de las naves se comprometían, en la mayor parte de los casos, al transporte de ida y vuelta más una semana de estancia en Galicia.
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