El Camino sigue*
Paz y bien:
Decía (escribía) Santa Teresa de Jesús que les tocaba vivir en aquel entonces “tiempos recios”, y casi podríamos aplicar esta misma nomenclatura a los tiempos actuales, después del parón que ha supuesto la pandemia; paréntesis, en general, en la vida, y en particular en el Camino de Santiago.
Ahora da la sensación de que todo vuelve a una cierta normalidad, al menos en nuestro deseo, y por ello las distintas rutas jacobeas se pueblan de nuevo con sus auténticos protagonistas, Peregrin@s que, cada cual con su vida a cuestas, cada cual con su motivación, o varias motivaciones, o transformando sus motivaciones a través el hecho mismo de caminar, se dirigen hacia Santiago de Compostela.
Es cierto que la fisonomía del Camino (los caminos) ha cambiado mucho desde aquellos años en los cuales el párroco de O’Cebreiro, Elías Valińa, auténtica figura clave del resurgir del Camino en el siglo XX, recuperase el denominado camino “francés” tras siglos de declive y así, a través de las famosas flechas amarillas, lograse que de nuevo renaciese la figura del Caminante, el que “hace camino al andar”, en poética elegía.
En el año 1962, el literato y periodista Álvaro Cunqueiro, gran representante del realismo mágico, siguió el trazado del “camino francés” en su tramo gallego para comprobar in situ qué quedaba de aquel medieval y novelesco trazado de épicas glorias mundanas y heroicas santidades, de aquel Camino místico y mágico, y de sus protagonistas: de San Francisco de Asís, de don Gaiferos de Mormaltán, de Persival, o como quiera deletrearse… el caso es que pudo constatar a golpe de teclado de máquina de escribir que prácticamente no quedaba nada, salvo su deseo poético de un nuevo resurgir, y las manos trabajadoras de don Elías que ya por entonces hacía sus primeras expediciones a Francia, desbrozando el Camino, preparando una “invasión”.
Desde entonces, ha cambiado mucho en su fisonomía externa el hecho mismo de la peregrinación que antaño era “pietatis causa”. Eso sí, no cabe duda de que se ha convertido en un fenómeno sociológico de envergadura ya no solo europea, sino mundial.
Esto hace que cada vez sean más y más las personas que concurren en las cada vez más diversas rutas hacia Santiago, y esto genera también ciertas incomodidades entre sus protagonistas, que no siempre se sienten cómodos, sobre todo en los últimos 100 km antes de llegar a la ciudad “Almada”, y también entre algunos de mis conciudadanos compostelanos, que por momentos sienten que se les turba la paz a quienes desarrollan la trama de su vida cotidiana en un entorno declarado patrimonio de la humanidad.
Es cierto que el Camino es, en cierto modo, un reflejo del mundo actual, de la sociedad que somos y en la que prima la pluralidad, también el gran impulso económico de pueblos y villas merced a la peregrinación, y hay datos que así lo certifican, pero lo monetario no ha de ser, ni mucho menos, lo más importante y principal… la peregrinación no es un fenómeno turístico, por más que haya instancias públicas y privadas que quieren darle este barniz.
Se dice que el Camino se comienza de una manera (por variados motivos) y se acaba de otra. Puedo afirmar con toda humildad que a lo largo de todos estos años de cercanía al Camino y a sus protagonistas, he visto mucho, de todo un poco, pero se realza la figura de peregrin@s auténtic@s, que más allá de modas, es el alma que da calidad y calidez al Camino, porque en el fondo es una experiencia interior, de hecho solemos distinguir en dos actitudes básicas: la de quien con humildad recibe y agradece, y sonríe aún en medio del sacrificio sintiendo la música sinfónica del Camino y su esencia, en un impulso de crecimiento personal y espiritual, y también la actitud de quien viene con afán meramente turístico.
Sigo creyendo que el Camino es patrimonio real de la humanidad, y en particular l@s galleg@s deberíamos de sentirnos dichosos de poder custodiarlo, por eso mismo apelo a la hospitalidad como santo y seña identitaria de nuestra frondosa tierra. Aunque a veces el ruido momentáneo, incluso las malas formas y praxis, de muy pocas personas, puedan dañar la convivencia.
Gallaecia fulget. Ultreia e Suseia.
*Paco Castro es sacerdote franciscano, responsable de la iglesia-santuario de Sta. María de O Cebreiro.
FOTO: Bendición de los peregrinos por Paco Castro en la iglesia de O Cebreiro 2022.