Descubrió el Camino de Santiago en los años 90 a través de revistas, sobre todo revistas de temática medieval pero también algunas del mundo “new age”, aunque le interesó no se planteó hacerlo. Su vida siguió, en el año 2000 se casó y tuvo hijos y nunca volvió a pensar en el tema hasta muchos años después.
Fue en 2014 cuando el Camino realmente irrumpió en su vida. Un amigo de su ciudad –una ciudad de Cerdeña- le dijo que quería hacerlo y decidió que quería ir con él. Los dos hicieron el Camino ese mismo año desde Saint-Jean-Pie-de-Port. Partieron sin billete de regreso, porque no concebían el viaje como unas vacaciones sino como un desafío, una aventura de la que no sabían si serían capaces.
Él solía salir a caminar con su perro, pero no estaba muy entrenado, por lo que no sabía lo que ocurriría en su Camino. Había hablado con algunas personas que lo habían hecho, pero no había una asociación en Cerdeña y su información no era mucha. Eso sí, nunca había oído una mala experiencia, todos los peregrinos con quienes había hablado querían volver a hacerlo.
Hicieron el Camino en el mes de julio, disponía de un mes de vacaciones y, finalmente, todo salió bien. Su amigo tuvo problemas con un tobillo, pero él no, por eso tuvieron que separarse pronto. Casi desde el comienzo avanzó solo, aunque encontraba siempre compañeros, sobre todo caminó con italianos, entre ellos un sacerdote y una chica de su región, los tres caminaron juntos durante la última semana. Llegó a Santiago el 24 de julio y, contra todo pronóstico, la experiencia le resultó fácil.
Lo que más le gustó del Camino fue la relación con las personas que encontraba y la sensación de libertad. Luego está el hecho de avanzar a pie, le gusta mucho viajar pero nunca lo había hecho a pie, era una experiencia increíble, estudiaba el recorrido pero con otra visión y justo por eso no tenía el billete de regreso.
Al final dispuso de tres días en Compostela y pudo continuar a Fisterra, caminó un día y luego continuó con el bus hasta Muxía y caminó de nuevo hasta Fisterra. Ese tramo lo vivió de forma mágica. Llegó a Muxía con 25 euros y problemas con su tarjeta de crédito, pero sin saber lo que haría siguió adelante, se fue al albergue Arasolis y se encontró con que el propietario se fiaba de él, le dejaba quedar sin dinero y llamar a casa para arreglar las cosas. Resolvió sus problemas y pudo pagar y continuar tranquilo. Además reencontró en el albergue a un compañero del Camino con quien había caminado desde Roncesvalles a Burgos, era de Asís. Aquel albergue le pareció mágico, cree que los verdaderos albergues y hospitaleros son así, hayan o no hecho el Camino.
Regresó a casa con una idea muy positiva de su experiencia y pensando en cuál sería su próximo Camino. En su ciudad encontró a otros experegrinos y decidió entrar en el asociación italiana, en la Confraternita di San Jacopo de Perugia, que tiene capítulos en muchas regiones de Italia. Se involucró mucho y decidió entrar en el Capítulo de Cerdeña.
En 2017 hizo el Camino con su hija. Tiene cuatro hijas y está separado y, en aquella ocasión, pudo convencer a la tercera de 16 años para acompañarlo. Los dos viajaron juntos y caminaron por el Camino Portugués desde Porto. Desde aquella experiencia tiene un vínculo especial con su hija, siente que ella puede comprender lo que él siente por el Camino, hay una complicidad entre ellos. Este año ha hecho el Camino Inglés desde Ferrol, ninguno de estos caminos le ha parecido difícil pero todos experiencias inolvidables.
Desde que se involucró en la Confraternita di San Jacopo trata de contribuir a la recuperación de itinerarios de peregrinación en su territorio, hacer investigaciones sobre esas vías de peregrinación en Cerdeña. Hay una decena de iglesias de Santiago y las han unido a través de un Camino, no es un Camino histórico pero permite un recorrido muy hermoso. En Cerdeña también ha caminado mucho con su hija, recorriendo varios caminos a santuarios, peregrinaciones a pie que van desde un pueblo a otro, como las de San Francesco a Nuoro, Sant’Ignazio da Laconi, San Gavino Porto Torres…
El Camino entró en su vida y sabe que ya no lo dejará nunca. No encuentra lados negativos al Camino de Santiago. La única recomendación que daría a quien no lo ha hecho y tiene dudas, es que coja las cosas necesaria y parta. Cree que es más fácil hacer el Camino que decirlo.
En el futuro espera ser hospitalero voluntario en España o en Italia, quizás en uno de los albergues de la Confraternita di San Jacopo en la Via Francigena.