En su juventud vivió durante años con su mujer en Alemania pero nunca supo nada del Camino, fue años más tarde, cuando su profesor alemán se jubiló y le invitó a regresar a Europa para su jubilación cuando lo descubrió. Era 1991, viajó a España con su mujer, a Madrid, y desde allí en coche a Alemania. Su mujer había oído hablar del monasterio de Silos, entonces muy famoso a través del canto gregoriano, y decidieron visitarlo. En Silos encontraron a 24 monjes y 7 peregrinos, así descubrieron el Camino. Luego, en la librería del monasterio, su mujer se hizo con una guía medieval: el Códice Calixtino.
En aquel viaje descubrieron el Camino pero no pensaron en hacerlo, fue su mujer quien años más tarde, tras haberse informado y conocido a algunos peregrinos, decidió recorrerlo. Ella empezó a prepararse sola pero, finalmente, él decidió sumarse y en 2003 se fueron al Camino. Él lo aprovechó muchísimo, particularmente la naturaleza: los bosques, los prados, los pájaros… Él es cirujano vascular y su mujer neuróloga, los dos tenían muchas responsabilidades en su trabajo y con sus hijos, hacer juntos el Camino fue un modo de reencontrarse y tener tiempo para ellos.
En el Camino personas que no se conocen de nada viven y caminan juntas, existe una convivencia entre gente de diferentes culturas y lenguas, se crean lazos, caminas con ellos cien, doscientos kilómetros… y al final echas de menos a esas personas. Que ese modo de convivir con los otros sea posible le hace pensar que la paz en el mundo podría ser posible.
Otra cosa que para él es muy importante en el Camino es la atención que allí prestas a la naturaleza, de pronto puedes ver esa naturaleza, ver que, en realidad, el Edén está ahí.
Además de regresar con frecuencia al Camino y a la ciudad de Santiago, el Camino está presente en su vida en Brasil. Él y su mujer se empeñaron en el trabajo con una Asociación de peregrinos y colaboraron en la creación de una Cofradía del Apóstol Santiago, actualmente él es presidente de esa cofradía y responsable de su revista virtual con la que intentan difundir la peregrinación a Santiago. La cofradía tiene un sacerdote, un capellán, que reproduce para los nuevos peregrinos brasileños el ritual de partida del Códice Calixtino.