Nació en Dinamarca en una familia muy pobre de 13 hermanos, ella era la 12. Sus padres eran trabajadores sin apenas recursos y no les dieron una educación, ninguno de los niños tuvo acceso a una educación. Vivían en una casa pequeña en dos habitaciones, tan pequeña que los bebés recién nacidos pasaban sus primeros meses en un cajón de una cómoda: se abría un cajón y se colocaba allí.
Dejó la escuela a los 14 años. Su madre la colocó como sirvienta en una casa, pero ella leía mucho -ella era la única de su familia que podía leer bien- y deseaba otro futuro, de modo que decidió irse a Londres como “au pair”. En Londres, en 1969, se enamoró de un hombre australiano y se marchó con él a Australia donde se casaron tres años después. Fruto de ese matrimonio nació su hija, que hoy tiene 47 años. Su marido y ella se mantuvieron juntos unos años, tenían negocios juntos pero eran personas muy diferentes por lo que acabaron divorciándose hace ya 30 años.
Tras divorciarse se marchó a vivir a una nueva ciudad con su hija, quería darle una buena educación y que pudiese estudiar en la universidad. Eran los años 80 y también ella quería mejorar su educación, de modo que era madre, trabajaba e iba a la escuela por la noche. Lo que entonces pudo estudiar fue contabilidad pero no le resultaba suficiente, sus sueños de juventud eran otros: quería viajar, aventuras…
Siendo ya mayor su hija, en 2003, un día le comentó a una amiga su arrepentimiento por no haber podido cumplir sus sueños y su amiga le dijo: ¿Por qué no vas a China a enseñar inglés? Parece una respuesta un poco loca pero es que ella conocía a una joven que acababa de hacerlo y le había salido todo muy bien. Increíblemente decidió hacerlo, puso su CV en Internet, en una página para gente dispuesta a enseñar inglés en cualquier lugar del mundo: ¡y 70 personas le ofrecieron trabajo en 15 días! La mayor parte de las ofertas eran de Asia, Países Árabes y el este de Europa.
Decidió aceptar la oferta mejor pagada: era en China, en una ciudad del sur que nadie conoce pero tiene 15 millones de habitantes. Se marchó, vendió todo, su casa y la mayor parte de sus cosas, y dejó atrás todo. Cogió una mochila y se marchó a China sin saber una palabra ni del país ni de la lengua.
En China descubrió que era una profesora, que ella era eso. Se convirtió en una profesora muy popular, con gran éxito, hasta el punto de que diez meses después una nueva amiga le comentó: ¿por qué no abres tu propia escuela? Y, una vez más, lo hizo: dos meses después abrió una escuela. Ahora tiene 14 escuelas en China, la principal en el centro y otras 13 en los barrios residenciales. Le gusta enseñar algunas horas en sus diferentes escuelas, ama ese trabajo, a sus alumnos. Ama su vida y, sin proponérselo, ha hecho un montón de dinero.
A todo este trabajo se han sumado -desde hace unos 10 años- actividades de filantropía, proyectos que tienen mucho que ver con su historia, con ayudar a niños en la situación que ella vivió en su infancia. Trabaja en y con orfanatos y escuelas de Nepal y el Norte de India, en los que realiza una labor de voluntaria cada verano enseñando inglés y a los que además dona dinero. Quiere contribuir a la educación de esos niños –sobre todo de las niñas, cuyo futuro de otro modo sería ser casadas con un desconocido a cambio de una vaca- aprender inglés puede ser el modo de tener una vida propia. Sostiene la educación de 18 niñas en Nepal, pero también tiene un proyecto en Vietnam -donde donó dinero a un hospital para gente pobre para crear una biblioteca para los pacientes y juguetes para los niños- y ayuda a gente en Australia, por ejemplo a una niña de su ciudad con muchos problemas de salud graves.
Y ahí aparece el Camino de Santiago, una aventura que parece hecha para una persona como ella y que puso al servicio de las causas que sostiene.
Oyó hablar del Camino hace 10 años. Un sobrino danés lo había hecho y compartió información en Internet. Cuando lo vio le encantó la idea y supo que lo haría. Era el tiempo en el que estaba comenzando su trabajo filantrópico y lo pospuso, luego, hace seis años, se encontró con una francesa que lo había hecho en Australia, una mujer que había caminado 2000 kilómetros y había escrito un libro. En aquel momento pensó que nunca podría hacerlo porque creyó que ese era el Camino, esa distancia y varios meses a disposición. Pero su sueño seguía vivo y su siguiente encuentro con el Camino fue gracias a su hija, que le regaló las películas The Way y ¡Buen Camino! Seis Peregrinos un destino [Walking the Camino: Six Ways to Santiago], gracias a las que supo que podías hacer un recorrido menor y que, definitivamente, la empujaron a informarse mejor y, sobre todo, a prepararse mentalmente para hacer su Camino.
Finalmente este año pudo hacer su Camino. Lo hizo sola, con más de 70 años, desde Saint-Jean-Pie-de-Port. Pudo hacerlo sin problemas porque dispuso de 50 días, lo que le permitió caminar despacio, a veces 20 kilómetros… Pero recuerda que un día caminó 38 kilómetros y tampoco tuvo ningún problema.
Lo que comprobó en su Camino es su fortaleza mental. Cree que ha sobrevivido mentalmente a todo, que de algún modo Dios le dio la fuerza mental para ir más allá de la adversidad. Y por eso no sufrió nada en el Camino: ¡no tuvo ni una ampolla!, ¡ni nunca sintió miedo de nada!
Sólo llevaba una mochila de 5 kilos. Lo más importante para ella era no hacerse daño, no dañar a su cuerpo, porque su vida en China es maravillosa y quería poder regresar a su trabajo sin problemas. Se preparó mucho en ese sentido: eligió muy bien el calzado y, gracias a consejos de sus amigos chinos, ponía en cada dedo de sus pies una protección adhesiva y vaselina, luego calcetines de algodón… Cada mañana invertía un buen rato preparando sus pies, pero valió la pena. También protegió sus rodillas, llevaba bastones para caminar (walking sticks) y caminó con una mochila de 5 kilos. Se preparó mucho, porque quería saber y conocer la experiencia pero no quería hacerse daño.
Durmió en albergues, sin problemas. Podía pagarse hoteles pero quería vivir la experiencia de los albergues. Y pasó mucho tiempo sola, se comunicaba con su hija y encontró a gente en el Camino, pero disfrutó mucho de sus soledad, fue un aspecto importante de su Camino.
Y también ha vivido aventuras inesperadas. Así, cerca de O Cebreiro montó a caballo por primera vez en su vida, se le presentó la posibilidad y no pudo resistirse. Esa pequeña experiencia y todo su Camino de Santiago responden a su lema: “Quiero experimentar todo en la vida de modo que en el viaje final a la muerte no tendré nada de lo que arrepentirme”.
Cree que del Camino ha extraído una enseñanza: ha sido una experiencia que le ha enseñado a estar sola, a estarlo de otro modo, porque caminar sola en los bosques le permitió sentirse mucho más sola que en cualquier otra situación de su vida pero a la vez le permitió sentirse muy bien. Fue en esa soledad donde se sintió fuerte, cree que ha sido un aprendizaje de la verdadera soledad. Lo cierto es que a lo largo de su Camino se acordaba a veces de que en SJPDP le había pedido a Dios que la protegiese y sintiéndose tan sola se sentía abandonada, pero ahora, en Santiago, siente que ese Dios que la protege estuvo siempre con ella.
Pero la experiencia fue muy hermosa y, una vez más, le enseñó que ella no teme lo desconocido, como los vikingos, como aquellos navegantes que querían atravesar los océanos.
Algo fantástico del Camino es que ha recibido muchos piropos. Iba vestida con muchos colores y siempre reía y tal vez por eso todos la felicitaban y le decían cosas positivas, le pedían fotografiarse con ella. Además alguien muy especial, un hospitalero con un maravilloso albergue le puso un nombre que le gusta: “the sunflower of the Camino”, quiere escribir un libro sobre su Camino y cree que ese nombre estará en su título. Ese hospitalero, un hombre venezolano, fue uno de los encuentros importantes de su Camino, alguien con quien podría seguir hablando y manteniendo una amistad toda su vida.
Le han gustado también mucho las expresiones Ultreya (adelante) y Suseia (arriba, más allá), por lo que se compró joyas con esas palabras como recuerdo.
Le gustaría volver a caminar, pero tal vez lo que hará es un camino propio en Dinamarca, un camino desde el norte hasta el sur, atravesando el país, visitando a su familia y caminando algunos kilómetros con todos ellos. Pero antes quiere escribir sobre su Camino de Santiago, espera publicar pronto un libro. Es escritora, ha publicado ya varios libros sobre sus experiencias en oriente y el Camino será el siguiente.